La presonera

Hay pocas lecturas tan transformadoras como la de En busca del tiempo perdido. A lo largo de sus siete volúmenes seguimos el Narrador desde su infancia, en Pel cantó de Swann, hasta la madurez, en El temps recobrado; un camino de descubrimiento y crecimiento hacia la realización de la vocación de escritor. El tiempo, el amor, los celos, el arte, el individuo frente a la sociedad, la muerte... Es una obra total que contiene en sí misma una filosofía y todavía hoy nos interpela con toda su fuerza creativa, ahora en la traducción -cuidadosa y respetuosa con el estilo sinuoso del autor- de Valèria Gaillard. En La prisionera, el protagonista recluye en su casa a Albertine y reproduce una relación obsesiva, atravesada por los celos como un espejo de la de Swann y Odette. Así, oscila entre el aburrimiento que le provoca la chica y la angustia por no poder poseerla del todo. El volumen contiene, además, pasajes célebres como la de los gritos de la calle en París que oye al protagonista, o la muerte del escritor Bergotte, fulminado mientras contempla un cuadro de Vermeer.