No has de preguntar-me mai

La soledad de la infancia y el estupor de la vejez, las películas vistas y los libros leídos, el trabajo, la música lírica, la política, creer o no creer en Dios: los breves ensayos recogidos en este volumen se parecen en las páginas de aquel diario que Natalia Ginzburg afirmaba que nunca había sido capaz de escribir. Ciertamente, son textos cercanos, por afinidad temática y sabiduría en la narración, en Léxico familiar, y, como en cualquier obra de Natalia Ginzburg, son inseparables de la vocación de la narración del seno. En su casualidad, en su plácido desorden cotidiano, estos relatos muestran cuestiones que pertenecen a todos. Singular autorretrato de mujer, No debes preguntarme nunca se convierte en una experiencia familiar y un objeto destinado a hacernos compañía día tras día.