La Via Bàltica

El 23 de agosto de 1989 dos millones de bálticos se dieron la mano para recuperar la propiedad de sus países, perdida exactamente cincuenta años antes por el Pacto Molotov-Ribbentrop. Una junto a otra, todas estas personas dibujaron sobre el mapa de Europa, desde Tallin hasta Vilna, un camino de seiscientos noventa kilómetros, la Vía Báltica. Salieron adelante y poco después quedaban restituidas las repúblicas de Estonia, Letonia y Lituania, liberadas del dominio soviético. Han pasado tres décadas y ahora Jordi Arrufat hace balance. Tras recorrerla a pie y hablar con sus protagonistas -y con los que se han beneficiado de ello-, escribe un relato fresco y documentado para que entendamos qué queda de esa proeza histórica en el espíritu y la memoria de los estonios , los letones y los lituanos. Sabremos cómo fue posible organizar la Vía Báltica superando las adversidades, sin móviles ni internet y bajo un régimen totalitario y violento. La Vía Báltica es el retrato de unas sociedades dinámicas, instaladas ya en la Europa democrática, que encaran el futuro, pese a la beligerancia de Rusia, con confianza. El viento parece que sopla a su favor.