Estremida memòria

La clave para entrar en las casas de Mequinenza es un hecho de sangre ocurrido el 25 de agosto de 1877, en tiempos de paz después de cuarenta años de carlinadas. ¿Por qué caramba se mataba a la gente si no era por Carlos de Borbón o Isabel de España? El escritor, instalado en una mesa de 1995, asume las funciones de un investigador y grata, exhuma, analiza con un pliego de papeles y el caudal de su imaginación, más generosa que el Ebro. Es una gran partida de Cluedo que nos propone, con un personaje diferente en cada capítulo y un entramado que los lectores tenemos la misión de recomponer. El juego es suntuoso, entre detectivesco y arqueológico. Una vez desenterrados, los fragmentos cobran vida, color, movimiento; y aquí aparece el brazo carnoso de Amalia, allí la cama de la paralítica Marta, y la mula del escribano que viene a hacer justicia y ya llega a la curva del camino donde se cometió el asesinato. A medida que la novela avanza, son todas las mujeres de Mequinenza que ves salir de la oscura sima del tiempo, con los ojos brillantes de angustia por sus hombres ajusticiados. La resurrección de los muertos es un milagro que saben obrar las grandes novelas, por descreído que sea su autor. En lugar de fe, ponga una ternura y una curiosidad inextinguibles por los humanos que vivieron en el lugar al que has venido al mundo, y un arte como sólo lo producen los artistas más remarcables.