Diaris

Virginia Woolf empezó a escribir su diario en 1915, justo antes de que se publicara su primera novela, con el propósito de disciplinarse y preparar una futura autobiografía. Perseveró hasta el día de su muerte: son un cuarto de siglo de entradas que muestran un microcosmos en el que el refinamiento estético podría ser el imperativo categórico. Mientras se gestan La señora Dalloway, Hacia el faro, Las olas y Entre los actos, el diario ofrece una visión monumental de la vida. El universo interior, hecho de conquistas y dudas a medida que se define la ambición artística, se revela mezclado con los días frenéticamente high society y con los descalabros de dos guerras. El ojo que observa escribe a chorro. Sus anotaciones organizan un sistema solar inédito, hecho de vínculos afectivos. El universo: entre Londres y Sussex, un paisaje en el que Woolf ha formado su concepto de la belleza. Allí prospera el Grupo de Bloomsbury y se imprimen las primeras ediciones de Eliot y Mansfield, antes de que se imponga la evidencia de una devastación que no preservará nada, el terror de una victoria posible del nazismo.