Ápeiron (España), 2022
(Arte-facto)
108 p. 22x14 cm.
9788412569735
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El tiempo existe como un discurrir. Es su paso, su movimiento, lo que hace que lo percibamos. En ausencia de movimiento no hay tiempo. En estricto sentido, el tiempo no existe, solo existe las cosas que cambian, pero para la percepción humana su existencia es una necesidad para la conciencia del presente. La conciencia del tiempo es abrumadora, es inquietante, incluso se diría insoportable en una mezcla de desesperación y esperanza. El tiempo es una invención que nos ayuda a soportar la eternidad. Para ello, hemos inventado la palabra y con ella dividimos y cerramos el tiempo para crear los ritmos, visiones y así poder engañarlo. Al cerrar el tiempo con la palabra tomamos conciencia del mundo en crisis, de la radical soledad en la que nos encontramos y de la conciencia del fin, de la muerte que se nos aparece como una noche oscura y fría. Soledad y crisis es lo que nos queda. La negación de uno mismo como búsqueda de la perfección. Solo la nostalgia del recuerdo puede devolvernos la esperanza.
