Academia del Hispanismo, 2020
(Publicaciones académicas)
(Biblioteca Giambattista Vico ; 50)
168 p.
9788417696382
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Las primeras imprentas empezaron a estampar sus libros en España durante el reinado de los Reyes Católicos, que favorecieron abiertamente su desarrollo. La competencia comercial y el disgusto de los lectores ante libros descuidados, suscitó la exhibición en portada de «nuevamente corregido» como reclamo editorial. Esa aspiración exigía la presencia del corrector. El corrector de pruebas nace con la imprenta misma como persona (o función) imprescindible. Su papel lo podía desempeñar un corrector profesional, o bien el propio dueño o regente, o un cajista aventajado. También, a veces, el propio autor. Dentro de la imprenta, gozaba de categoría y remuneración superior a la del cajista o componedor.
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