Dante, Cervantes y Shakespeare... no nos ofrecen ni un catálogo de opiniones ni un inventario de saberes, sino lo más valioso y esencial que el hombre ha recogido en su experiencia de la vida. Imaginarlos como un montón de retratos polvorientos o como estatuas inamovibles de un panteón sagrado es una equivocación habitual de nuestra época. Dante, Cervantes, Shakespeare... son, por el contrario, algo vivo, son el testimonio de la continuidad de la experiencia humana y pueden ser diferentes al ser escuchados con oídos diferentes.
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