En el siglo XVIII, Roma y Venecia fueron las principales ciudades que atraían a los viajeros europeos que hacían el Grand Tour y que buscaban hacer una inmersión en el arte y la cultura italianas. Roma, por los monumentos que evocaban la grandeza del mundo clásico. Venecia, por la belleza de sus canales, por su exotismo y por el extraordinario florecimiento artístico que vivió esta república en el setecientos. Este libro presenta una selección de cincuenta estampas realizadas en Roma y Venecia a lo largo del siglo XVIII. En estas dos ciudades hubo una gran producción de grabados que pretendían dar a conocer y difundir las obras y monumentos que conservaban. Es la época en la que se consolidó el género de las vedute –vistas urbanas– a veces con voluntad topográfica, pero también muy a menudo presentando una Italia imaginada, un capriccio de fantasía. Estas vistas oscilan entre la realidad y la invención, pero tienen el denominador común de ser imágenes atractivas y evocadoras, estampas que los viajeros que pasaban por Roma y Venecia podían comprar como recuerdo, como todavía nosotros podemos hacer hoy cuando visitamos estas ciudades. En Una Italia de papel se reproducen y comentan grabados que traducen la Italia imaginada por las pinturas de ruinas de Giovanni Paolo Panini y Hubert Robert; algunas de las imponentes vistas de Roma de Giovanni Battista Piranesi, que dominó este género a mediados del siglo XVIII; un conjunto de atractivas vistas de Venecia, entre las que destacan los extraordinarios aguafuertes de Canaletto, junto con obras de Carlevarijs, Marieschi, Visentini, Brustolon y Sandi. Por último, en un apartado dedicado a los Tiepolo, se mostrarán capricci del célebre Giambattista Tiepolo, y algunos de los espectaculares aguafuertes grabados por sus hijos –Giandomenico y Lorenzo– a partir de techos pintados por su padre, un grupo de obras difíciles de reunir y que constituye uno de los conjuntos más destacados de la Colección Furió de grabados antiguos. |