Recurrir es un derecho y lo ha sido (casi) siempre en nuestra justicia civil. Con todo, hoy en la España de nuestros días existe una obsesión, compartida por el legislador y por los tribunales, en contra de los recursos; una obsesión para limitar, de cualquier modo, el derecho del ciudadano a recurrir. Se limitan los casos en que cabe apelación y se impone al recurrente una costosa tasa judicial; la casación se quiere casi dejar prácticamente sin contenido legal, por medio de decisiones casi discrecionales del Tribunal Supremo, y la tasa judicial no es tampoco un obstáculo menor |