El latido de una canción que se desvanece, la tramposa sintaxis de la lluvia, el silencio del barro sorprendido en una piel, el sabor aristado de la madrugada, los ecos de un nombre pronunciado miles de años atrás: estos son algunos de los pequeños tesoros que contienen las páginas de Tránsito. Juan Manuel Macías despliega aquí una escritura tan sutil como exuberante, destilada con sabiduría y paciencia, como un buen licor. Y lo hace generosamente, derrochando expresividad en cada verso. El resultado es una serie de poemas palpitantes donde conviven el vitalismo y la melancolía, que nos reconcilian con el género gracias a su devoción por el lenguaje y a su capacidad para conmovernos sin efectismos. Poemas, en fin, que nos descubren una voz inteligente y técnicamente impecable, con un portentoso sentido rítmico y una intuición poco frecuente para generar imágenes, sin duda una de las más personales de la poesía española actual. |