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La recepción crÃtica de las obras teatrales en la prensa constituye un elemento fundamental para el mejor conocimiento de nuestra historia escénica. El público es imprescindible para el teatro y a causa de esta evidencia, no es difÃcil encontrar numerosos testimonios y opiniones acerca de la relación, a menudo conflictiva, entre el creador y sus receptores. Los autores y los mismos teatros congregan progresivamente un público propio que impone sus gustos, puesto que mantiene la estructura empresarial sobre la que se sustenta la artÃstica y hace a veces difÃcil la renovación escénica. En los siglos XIX y XX se desarrolla una figura que tiene una importante función situada entre los autores, las representaciones y los espectadores: la del crÃtico de prensa.
En tiempos en los que el teatro poseÃa un protagonismo que sobrepasaba lo puramente cultural, en lo que sus reseñas y noticias aparecÃan en la primera página de los periódicos, en los que actores y actrices gozaban por serlo de gran popularidad, en los que los dramaturgos eran apoteósicamente aclamados o sonoramente rechazados, los que cada dÃa escribÃa acerca de los espectáculos que acababan de ver cobraban especial protagonismo. Quienes ejercÃan la crÃtica en los diarios en algunos, de modo particular) influÃan en la recepción, positiva o negativa, de los espectáculos, unas veces con equilibrada agudeza y otras con interesada parcialidad.