Cuando Ángela Figuera Aymerich viajaba a Soria, traía en su equipaje una infancia en Bilbao, el cuidado de sus numerosos hermanos, sus estudios de Filosofía y Letras y su matrimonio con Julio Figuera. Entre sus cosas, escondido, también llegaba el dolor de haber perdido una guerra, la cárcel del esposo, la depuración sufrida y la consiguiente pérdida de trabajo, y la muerte al nacer de su primer hijo. Todo escondido, para que nada empañara el tiempo de descanso, el disfrute de la naturaleza, la fusión con la tierra y la poesía. |