La mirada es cauce por el que no sólo acariciamos la realidad sino que somos acariciados a su vez por ella. Es el lugar de nuestro beso con el mundo. Por eso, es acto constitutivo, fundante, que crea y nos crea. Particularmente, para el poeta la mirada es su acto esencial. Los poemas de este libro buscan recoger el modo en el que la realidad, en toda su plenitud y su carencia, su luminosidad y su dolor, nos perfunde al mirarla. Es ella quien, en nuestro acto de mirar, nos mira, convirtiéndonos en sujetos más capaces de visión, enseñándonos a ver más lejos y más hondo. Opera así una transformación ontológica: quien se deja mirar en lo profundo se convierte, todo él, en ojo amante, en pura atención a lo real. Pasa de ser mirado y de ser quien mira a ser mirada. |