Hay libros que se adelantan a su época, denunciando implícitamente sus incompetencias, y que, por eso, es raro que encuentren en tiempo real lectores que estén a su altura y entiendan sus instrucciones de uso social, filosófico y político. Rayuela, que es de 1963, tuvo un lector así en Héctor Schmucler, que publicó un extenso, lúcido y apasionado artículo sobre esta novela (el que reproduce esta edición junto a varios materiales complementarios) en 1965, es decir, cuando todos aún andaban frotándose los ojos sin saber muy bien qué hacer con ese artefacto literario, con apariencia de explosivo, que tenían entre las manos. |