Bajo la admonición de Parménides, este poemario propone una meditación sobre la existencia más allá de los límites de la subjetividad y la percepción. Así, todos los enunciados de tiempo y lugar –viajes, encuentros, lecturas, despedidas, recuerdos– sirven para intentar acceder a una dimensión oculta y a la vez omnipresente de eso que llamamos nuestra vida y que, gracias a esa experiencia, renuncia a la propiedad. Divididos en tres partes, estos Poemas de agua, que van del apunte lírico a la meditación magmática, el monólogo dramático o la reflexión política, intentan superar los límites de la negatividad moderna y ofrecer un testimonio de felicidad y de alegría compartidas, de aceptación del paso del tiempo así como de fruición estética y responsabilidad intelectual. Por ello, la voz que habla a lo largo de todo el libro va desde la personificación del propio autor al homenaje a otros escritores y artistas, del ciudadano entre dos siglos al editor y traductor, en un vaivén de tonos, máscaras e intensidades que vulneran deliberadamente el consenso en torno a la identidad poética. |