Los versos de Miguel Ventura salen al paso de las inquietudes, más que encararlas con ligereza; son más de final incierto que de clara clausura, más de planetas retorcidos que de constelaciones zodiacales. El suyo es un aliento de bocetos humanos, por el que transcurren animales oscuros (lechuzas, perros, serpientes, lobos, cuervos, alacranes), el rastro de un humor de hechura elegante, y la belleza de lo desencajado. De intuición visionaria, hace de lo inmenso un territorio sostenido por la fragilidad de un único pétalo: el sustantivo de su apellido. Imposible no entregarse con fascinación a su poesía. |