La guerra civil española, trágico desenlace de complejísimas y viejas tensiones, no resultaba un acontecimiento ajeno, y llegó a vivirse como una causa propia entre muchos intelectuales peruanos: los más tradicionalistas vieron en ella una posibilidad real de acabar con un comunismo que amenazaba con destruir la raíz católica del mundo hispano; los intelectuales de izquierdas defendieron un orden democrático por el que también estaban luchando en su país. Para los que seguían en el Perú, el apoyo a la República, generalmente desde la clandestinidad, se tradujo en fuertes represalias. Los intelectuales peruanos, cumpliendo las palabras de Vallejo (“si la madre / España cae –digo, es un decir–, / salid, niños del mundo; id a buscarla!...”), fueron a la búsqueda de una España que se proyectaba más allá de sus fronteras y de su tiempo. El acercamiento a la península se detenía en la guerra pero abarcaba mucho más: existía una indagación sobre el origen y la historia comunes, una aproximación que el presente de entonces avalaba con violencia y terror en ambos países. |