PERSONA : DESDE EL DERECHO ROMANO A LA TEOLOGíA CRISTIANA

Persona : desde el derecho romano a la teología cristiana
 

AUTOR/-A: 

RIBAS ALBA, JOSé MARíA

EDITORIAL: 

COMARES

COLECCIÓN: 

DERECHO ROMANO Y CIENCIA JURíDICA EUROPEA. NEXUM

ISBN: 

9788498369588

EDICIÓN: 

2

DESCR. FÍSICA: 

367 p.

FECHA PUBL.: 

01-01-2012

IDIOMA: 

spa 
$ 35.50

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En el segundo volumen de su Primitive Culture, publicado en 1871 y dedicado al estudio de la religión, escribió Edward Burnett Tylor que el más profundo de todos los cismas religiosos es el que separa el animismo del materialismo. En comparación con él las escisiones que han dividido las grandes religiones en sectas y grupos son, en su mayor parte, superficiales 1. La creencia en seres espirituales constituye la definición mínima de religión 2. Esta creencia tuvo en el mundo primitivo y antiguo un carácter general 3. La sociedad romana conoció varias teorías del alma humana cuya multiplicidad de variantes no afecta a un dato fundamental: el alma (o las almas) del ser humano constituye el elemento decisivo de su identidad. A su vez, la realidad espiritual experimentada por el hombre en su conciencia de sí y especialmente en sueños y en variadas experiencias místicas o extáticas, es percibida como existente fuera del puro recinto del pensamiento. De esta forma se manifiesta una amplia gama de seres, descrita con un vocabulario muy rico y variado, que va desde las divinidades superiores hasta los espíritus encarnados en elementos de la Naturaleza 4. Alma de los animales y de las plantas. Almas de los objetos «inanimados», en los que el principio general es llevado a su límite más extremo 5. Todo está lleno de espíritus 6. Para el hombre primitivo, también para el romano, que vive ya en una sociedad mucho más compleja, situada con seguridad más cerca de los parámetros modernos que de aquellos que marcan los comienzos de la cultura, el alma constituye el modelo con el que la experiencia religiosa se adentra en un mundo que a falta de mejor denominación podemos llamar espiritual. Y ello pese a que convenga puntualizar que este mundo espiritual se constituye en una íntima conexión con el mundo material, dentro de una realidad pensada como única.
El debate sobre el animismo 7 fue, como es sabido, muy intenso; entre los especialistas suele darse por superado a favor de un enfoque menos unilateral. Parte de la controversia 8 se realizó sobre «suelo romano» 9 y fue planteada inicialmente como una teoría alternativa a las conclusiones de Tylor. En 1914 Robert R. Marett publicó The Threshold of Religion (El Umbral de la Religión). Utilizando el modelo del mana melanesio, estudiado en primer lugar por Codrington 10, defiende la creencia en una fuerza sobrenatural, única, anterior 11 a su personalización en entes particulares y al concepto de espíritu. Esta concepción sería previa a la del animismo, estadio que habría que considerar como un desarrollo evolutivo posterior. Para el caso romano estas posturas predeísticas encontraron en Herbert Jennings Rose un baluarte. Su libro Primitive Culture in Italy publicado en Londrés en 1926 se convirtió pronto en una referencia obligada en las discusiones sobre la religión romana 12. Defendía que la categoría general de mana –palabra tomada del vocabulario de los polinesios y melanesios 13– correspondía exactamente al concepto romano de numen. El sentido inicial de esta palabra es el de «inclinación de cabeza» 14; pero en la esfera religiosa indica directamente la expresión de una voluntad, de un poder. Sin embargo, el punto de interés radica en que los partidarios de esta interpretación de numen o numina subrayaban su carácter de «fuerza impersonal» 15. Es decir, el numen precede al dios y al espíritu. En muchas interpretaciones del mana-numen hay un cierto énfasis en el hecho de subrayar esta exclusión de «lo personal», con independencia de la significación que se otorgue a esta palabra, como si tal exclusión permitiera el acceso al verdadero conocimiento del origen de la religión. El numen no es privativo de un tipo de seres, puesto que puede residir en un grupo, por ejemplo, el populus Romanus, en un individuo o en un objeto particular. El concepto de numen explicaría la naturaleza de los más antiguos dioses romanos, los cuales se manifiestan en una pluralidad de formas «impersonales». Así, para citar dos ejemplos muy divulgados, Marte «era» originariamente una lanza 16; Júpiter, una piedra 17.
 
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