Desde Platón, la filosofía tiene en el diálogo una de las formas de expresión más vivas y poderosas, y así lo demuestran dos pensadores de la talla de Emilio Lledó y Manuel Cruz. Con el dinamismo que proporciona la comunicación oral, ambos filósofos establecen un intercambio fresco de ideas, opiniones y recuerdos personales. Sus reflexiones sobre la enseñanza, el amor, la felicidad, la historia o el uso de las nuevas tecnologías no dejan indiferente a nadie, pero, sobre todo, provocan un efecto sorprendente: despiertan la pasión por pensar |