Desde el título del libro –que, en una lectura rápida, suena a retórica insípida y que, en una lectura lenta (y que es la adecuada) comienza a tener gracia incluso antes de que el lector sepa quién es este divino señor llamado Tediato– hasta el penúltimo poema, “Nueva carta de derrota del grumete James Wolfson”, pasando, en la segunda parte del libro, por las “Empresas, hazañas y aventuras de Sir Yago de la Eterna Encrucijada, caballero aventurero, ma non troppo”, el lector va de sorpresa en sorpresa por la enorme variedad de temas y por el refinamiento formal de todos y cada uno de los versos. |