Olvidos está dividido en dos partes: Aurora y Despertar. En ambas, encontramos una voz que duda, que oscila entre un pasado revivido y un futuro no visible desde el presente. Esta mirada atrás parece ser consagrada al amor; así se afirma en la dedicatoria a su hija: "Para Lía, solo ella, estos cantos de amor". Sin embargo esa "amada mía" que se alterna con "amiga mía", parece evocar, a veces, el amor de una mujer, y otras, el amor por una idea, por una esperanza rota, ¿por la patria? En cualquier caso, esa presencia feminizada abarca, desde la nostalgia, la reflexión del poeta. Siendo el amanecer –no olvidemos los títulos de las dos partes– el momento del inicio del día, de la vida que renace, la voz del poeta, sin embargo, no parece abrir el horizonte. Quizás porque, como él afirma, “no se es poeta por voluntad divina, sino por voluntad humana”, y en su voluntad la metáfora del amor va más allá del amor romántico. |