Si bien es indudable que los estudios de Historia de la familia en España y Latinoamérica han tomado en cada caso singular impulso en las últimas décadas desde enfoques variados y marcos temporales diversos, faltan trabajos analíticos de carácter comparativo que analicen los procesos de cambio histórico de manera integradora, incluyendo sociedades en ambas márgenes del Atlántico, proponiendo reflexiones totalizadoras y superando abordajes parciales desde la mirada exclusivamente española y eurocéntrica o centrada solo en las particularidades americanas. La propuesta radica en potenciar la Historia social de la familia, de la vida cotidiana y de las sensibilidades en el contexto hispanoamericano de manera integrada. La Historia de la vida cotidiana, como perspectiva historiográfica que se ocupa de las condiciones de vida de los seres humanos como colectividad —pero sin renunciar a la particularidad— en el pasado, busca detectar indicios que testimonien los procesos de cambio, ya sea en la cultura material, ya en el mundo simbólico, ya en las prácticas y en los comportamientos. La finalidad de la comparación como instrumento metodológico no ha sido en absoluto establecer tipologías ni elaborar morfologías. Invita a recorrer itinerarios de transformación social múltiples y diversos y construir elementos comparables que nunca se dan de forma inmediata y menos de modo homogéneo y simple. Sabiendo que se trata de un proceso con diferentes ritmos según los espacios y grupos sociales, a través de un indicador tan contundente y expresivo de la organización social como es la familia, se analizan procesos de transición y cambio social en los itinerarios de privatización, individuación, secularización, transformaciones legislativas; representaciones y prácticas sociales en torno al matrimonio, relaciones de pareja y familiares con sus encuentros y contradicciones, particularidades, similitudes y contrapuntos entre los siglos XVII y XX en Argentina y España a partir de los ejemplos de Córdoba y Murcia. La hipótesis que se plantea, es que el proceso de afirmación personal corre paralelo a los cambios en la familia como institución social. Se asiste, de este modo, a una afirmación progresiva de los valores individuales en detrimento de los valores colectivos. De allí que vaya teniendo lugar un paulatino debilitamiento de los vínculos de parentesco, no así en cambio de los vínculos familiares. Pero lo fundamental es el análisis de la génesis de esos cambios, su naturaleza, su temporalidad y la percepción que de todo ello tuvieron los actores sociales. |