‹‹Escribir bien —asegura Enrique Lynch en una de las piezas que componen este sorprendente breviario—, escribir con lo que se suele llamar destreza gramatical o sintáctica. Tampoco tiene que ver con la cultura libresca del escritor. Escribir es como montar a caballo, porque el lenguaje es como un corcel brioso y arisco: dos seres vivos de especies diferentes e inteligentes se encuentran, se rozan, se sienten el uno al otro y, de común acuerdo o a la fuerza, deciden moverse juntos.›› La intensa escritura de Nubarrones propone un cuerpo a cuerpo entre la confidencia y la erudición, entre el dietario y el diccionario, entre el autor, que busca su sombra en la escritura, y el lector. En opinión de Fernando Savater, ‹‹Enrique Lynch es de los pocos que rara vez decepcionan las expectativas del lector inteligente››. |