Galdós propone en sus obras la integración social de los seres marginados o extravagantes, pero sus novelas jamás tendrán un final tan positivo como el de Fortunata y Jacinta. En Miau (1888) es una familia la que excluye sin motivo a uno de su miembros, que ignora su pecado, pero está dispuesto a sacrificarse para que le acepten de nuevo. Los protagonistas de las tres novelas del volumen, Villamil, Ángel Guerra y Torquemada, intentan llegar un acuerdo con la instancia competente sin lograrlo: Galdós vuelve a criticar el mundo de la burocracia como algo absurdo, donde el Estado ya no está al servicio de las personas: se ha automatizado y ha perdido el sentido. La incógnita (1888) y Realidad (1889) plantean desde sus títulos la contraposición entre apariencia y realidad: experimenta nuevas formas y recursos narrativos, como sueńos, alucinaciones y estados intermedios de conciencia, como si la narración realista de los hechos ya no es suficiente para dar cuenta de las fuerzas profundas que mueven a los individuos. |