Aterrizas en Los Ángeles y eres Betty, una inocente chica de Ontario que sueña con ser estrella de Hollywood. Parece que su narrativa ya te acoge, que te despliegas en una trama que oscila del melodrama al thriller. Sí, hay piezas a encajar, mind-game film y expectativas en contexto. Nada puede salir mal. Pero cuidado, tu demiurgo es un águila de los scouts, David Lynch, y esta vez su mirada proyecta un imaginario que ese cine en el que ansías triunfar no puede contener en su gramática. Te vas a retorcer en el misterio, Betty. Vas a desbordarte. Tu rostro se va redescubrir como Diane y la narrativa genérica va a tensarse hasta disolverte en su metástasis. Silencio. No te conoces ni recuerdas. Lynch va a colocarte ante la esfinge del cine para que te proponga un enigma, pero encarnarás su misterio. No hay libro negro de Ed, no hay respuestas porque el enigma solo era el MacGuffin de un MacGuffin. Serás entonces Diane y amargada recorrerás la torcedura angosta del cine fuera de sus márgenes canónicos. Tu sueño devendrá pesadilla siniestra. Rita es Camilla y no es nada, tu doble es el súcubo que te succiona para tomar posesión de tus sueños. Todo es ilusión. Solo queda el club Silencio. Rebekah del Río está “Llorando por tu amor”. Su voz descarnada y en fuga te alcanza y tu mirada cae sin cuerpo en la caja azul. Betty, estás muerta y viva a la vez y no lo sabes. De ti solo queda tu deseo. Diane, vas a soñar como sueñan los muertos con la vida. Vas a ser el último deseo de un fantasma y, ya se sabe, que el cine, como la vida, es una trampa de fantasmas. No te preocupes, Dick Laurent y Laura Palmer ya estaban muertos cuando todo empezó a suceder. Lynch sabe que los muertos lanzan desde su mortaja las mejores historias sin respuestas. Con él vuestro misterio siempre permanece. Sí, This is the girl. Es hora de levantarse. |