La crisis de la República había traído consigo el auge de las mujeres. Tanto las leyes que les daban control sobre sus patrimonios cumpliendo algunos requisitos, como su papel como cimentadoras de las alianzas político-matrimoniales que sustentaban el gobierno de lo público, hicieron de ellas poderosas armas con las que había que contar. Los relatos de Salustio sobre Sempronia o Fulvia así lo atestiguan. La llegada del Principado, un régimen que ponía el foco sobre un solo hombre, no podía significar sino que círculo familiar, sus parientes masculinos y, sobre todo, femeninos, adquirieran una importancia capital en el desarrollo de los acontecimientos. En este sentido, con quién se casara el emperador y de quién obtuviera descendencia legítima pasó a ser asunto de Estado, desplazado en muchos casos el centro de toma de decisiones del Senado y el Foro al Palacio y sus alcobas. Emperatrices como Livia, Agripina la menor o Plotina jugaron sus cartas en momentos decisivos para el Imperio, durante las sucesiones, para apoyar con éxito a sus proprios candidatos al trono. |