Si los reinos cristianos peninsulares hubiesen sufrido los terrores del primer milenio, Almanzor los habría encarnado a la perfección. No en vano, en el año 995 arrasó Barcelona; en el 997, Compostela; en el 998, Pamplona, y en el 999, León, Zamora, Salamanca, etc. La ascensión de Ibn Abi Amir al-Manssur desde humilde katib —un escribano del montón— a hayib —primer ministro y dueño omnímodo del poder en la Córdoba califal durante un cuarto de siglo— estuvo basada y sostenida no solo por su ambición y su talento, sino también por las manos de cinco mujeres de carácter y sabiduría excepcionales. Mortus est Almanzor arrastra al lector en un imparable e incansable viaje a través del paisaje de la historia y la leyenda para adentrarnos en el eterno presente del ser humano: el amor, la ambición, el deseo, el miedo, el odio y la compasión. |