MILTíN 1934 |
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$ 29.00
Según respuesta
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¿Has visto alguna vez en el campo a mediodía una ampolleta eléctrica encendida? Yo he visto una. Es uno de los malos recuerdos de mi existencia. Así como la frase de arriba, así, tan extraña, incomprensible, pero a la vez repleta de un sentido que no se quiso decir. Así, polifónica, concertante, desconcertante, incontenible, contenible, angustiante, liberadora e irrisoria de lo presuntamente serio… dicho en clave poco seria. Así, atrapante, esquizoide y atractiva; así —tan difusamente— es la literatura de Juan Emar, escritor chileno cuyo verdadero nombre fue Álvaro Yáñez Bianchi, quien fuera, además, hijo de Eliodoro Yáñez. En fin, un autor que, con su pseudónimo, se vio en la necesidad de contarle a todos los que lo leyeran algún día que “estaba harto” (J en ai marre: expresión francesa que denota hastío). De forma que este libro suyo, escrito en 1934, como delata su título, y que se lanzó hace apenas un mes y medio, es una reedición de una especie de novela experimental cuya circulación es, hasta ahora, nula en Chile y, como es obvio, en el mundo entero. Parte hablando de Martín Quilpué, un hombre que camina bajo el sol y que desparrama líquidos espesos para luego rebotar en ellos, inverosímilmente. Un ser humano que adora escabullirse en las malezas de lo escondido. Después de esto, habla de abejas de lugares de fiestas de gritos de mujeres de vírgenes. Después sigue hablando de más seres más excéntricos: Naltagua, su amigo, el capitán Angol, Rubén de Loa, Tomás Copiapó, etc., quienes curiosamente tienen, como apellidos, nombres de poblados de Chile. |
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