Un hombre regresa, después de mucho tiempo, a su lugar de origen y, apostado en un punto desde el que puede ver todos aquellos sitios que fueron importantes para él —su hogar, la vieja escuela, donde jugaba con sus amigos, donde descubrió el dolor, donde experimentó por primera vez la violencia, el miedo—, recuerda su infancia y ese momento de frontera que es el paso a la adolescencia. Mil doscientos pasos, exactamente los que separan a este hombre de la casa familiar, es una novela de iniciación, de amistad, de descubrimiento de la vida, de secretos no confesados por el temor a las consecuencias. Y también es el relato de un momento crítico de nuestra historia: los años duros,oscuros y atemorizantes de la posguerra en una pequeña ciudad española |