Hemos dicho que no todos los poetas nacieron para hacer sonetos. Solo algunos, como Luis Ramos de la Torre, se atreven a una empresa compleja en su discurso. Y algunos, como él, hacen un remate que se confunde con los mejores sonetistas de todos los tiempos. Porque, si no todos los poetas pueden escribir un soneto, no todos los sonetistas pueden entrar en el territorio de los clásicos. Y aquí tenemos a un escritor que ha traspasado la línea perdurable. Un libro como tratado de vida, como manual para desorientados e indecisos. Un libro de celebrada claridad, un libro de poemas contra la tiniebla, porque, como nos advirtió Elena Santiago, en el título de una gran novela, La oscuridad somos nosotros. |