Próximo a cumplir cuarenta años, es decir, poco antes de septiembre de 1904, Unamuno redacta Mi confesión. Este escrito breve sirve al filósofo para expresar sus preocupaciones esenciales. A lo largo de las páginas de este texto resulta posible reconocer el germen de dos de sus obras principales: Vida de Don Quijote y Sancho, que escribe un año más tarde, y sobre todo Del sentimiento trágico de la vida. Sentidor de los problemas esenciales, su filosofía poética y su lógica del corazón hacen de Unamuno un pensador proclive a la confesión apasionada; no en vano, gran parte de los escritos que produjo transmiten sus inquietudes más íntimas. Frente a la mentira y la hipocresía, Unamuno reivindicó siempre la veracidad y la máxima libertad, aun a costa de contradecirse a sí mismo. Las veintiuna cartas que cierran la nueva edición de este volumen aportan datos significativos para la mejor comprensión de la obra |