En mi larga vida los años hoy más nostálgicos, quizá también porque fueron los de la juventud, son los transcurridos en Roma, de 1958 a 1976 (...). En este libro se juntan muchas cosas que parecerán quizá heterogéneas. Pero así es la vejez, acumulativa: siguen presentes el niño que “se fue” (en los dos sentidos, el de “haber sido” y el de “haberse ido”), el joven que tenía todo por delante y las experiencias de los años que siguieron. La vida no es sistemática, es una mezcla, o quizá un puzle, pero si rebusco, en mi caso, qué ha predominado y predomina diría que el corazón. El autor |