Mapa del exilio está escrito para saldar deudas, para restañar heridas, para mantener vivos a los ausentes. El autor se exilia de una parte de sí mismo para buscar una cartografía que lo retorne. Se exilia de su infancia —la única patria donde se reconoce— y de un espacio hecho de tiempos y paisajes que alguna vez lo envolvieron. Los versos trazan la ruta del regreso y, a la vez, son una exégesis de por qué se ha exiliado, aunque también hay conciencia de destierro. La búsqueda de la memoria o la necesidad de anclarse al instante para detener su luminosidad, la plenitud apenas perceptible de la vida que huye, todo son fotografías que intentan ser retenidas; las coordenadas de un mapa que está doblado en el bolsillo para no perderse |