La vida se hizo vorágine, abismo donde el cielo era el suelo que pisábamos y meábamos en los días de alcohol y rabia, fugitivos de nosotros mismos. Vincent empezó su relación con Eva y su hija fue a vivir con sus primos de París pues la cabeza de mi amigo ya estaba más o menos a la altura de sus pies. Me la presentó y los tres formamos un trío de autodestrucción compartida, tratando de engañar a la soledad que cada uno portábamos con silencio, con ternura, con rabia, sin el menor orgullo y con desesperación |