"La nación de repente tomó forma de tal", escribió Quintana. Entre mayo y agosto de 1808, el levantamiento antifrancés, presentado una y otra vez como lucha por la Indpendencia, encuentra un sujeto en la Nación. Pero pronto la "revolución española" adquiere una dimensión singular: no basta oponerse a la "tiranía exterior", siendo necesario evitar el regreso de la "tiranía interior", personificada en Godoy. Frente a la monarquía absoluta, 1808 asume así el legado de una crítica ilustrada, cuyo pesimismo se acentúa en el tiempo de Goya. Es una luz que surge desde las tinieblas. |