Dos ancianas beben champán en un banco de la calle Arturo Soria de Madrid. Llevan las cenizas de una amiga y están sentadas frente a la silueta de un barco varado en lo alto de unacolina, a quinientos kilómetros del mar. Sus rejas en forma de lazo conservan una opulenta decadencia que da fe del embrujo de tiempos mejores. Y recuerdan: en ese lugar se conocieron las tres, aprendieron a vivir y a amar, crecieron y maduraron juntas, y mucho después lo abandonaron dejando en su interior un misterio que han mantenido envuelto en un pacto de silencio durante cuarenta años. Hasta ahora. Amparo, Julia y Sara lo dieron todo por salvarse. Y ahora dos de ellas brindan sin arrepentirse de nada porque siempre les quedarán los días que vivieron ligeras en la Stella |