He aquí a los vencidos, a los proletarios del arte, a los que querían cambiar la vida y la literatura, en sus momentos más dramáticos y más álgidos, en sus necesidades más perentorias. He aquí al gran pícaro Pedro Luis de Gálvez, al increíble don Alfonso Uriarte de Pujana (que se pateaba sus propias obras teatrales), a Vidal y Planas y a tantos otros a quienes la necesidad les llevó por las rutas del ingenio. Quizá por ello, bohemia y anécdota han ido siempre unidas, hasta confundirse; quizá por ello «los personajes bohemios se perpetúan en la anécdota antes que en el libro». Quizá por ello, la mejor antología de la literatura bohemia (por otra parte abundante y valiosa) sean sus anécdotas. |