Es febrero de 2019 y Mathieu está atrapado en Portbou, punto final de uno de los caminos del exilio republicano español antes de cruzar la frontera. A través del objetivo de su cámara ve una joven indigente que no se separa de su carrito y a una mujer, con el pelo alborotado y aspecto descuidado, que toma un café en el bar de la estación. Ellos no lo saben, pero están unidos por esa delgada línea roja que ata las desgracias, las heroicidades y los amores durante las guerras; un hilo que une sus vidas truncadas con el entierro de una niña en el cementerio de Portbou en febrero de 1939 |