El lenguaje sencillo se ofrece a través de la cotidianidad familiar, en una natural ausencia de artificios, para asistir al fuego verbal que se aparece debajo de su tono existencial; no como pirotecnia que busque impresionar en la lectura, sino como expresión honda de una autora que busca en la costumbre su revelación de estar viva y que usa una palabra que no se conforma, que busca, pese a todo, la verdad que se nos arrebata cada día en un mundo donde andamos desorientados. De una claridad capaz de realzar la belleza de su factura y envolver al lector en una atmósfera suave de musicalidad y sentido, Las costuras del hambre es un libro que se abre paso por las zarzas del lenguaje para arder sin consumirse. Su claridad revela un misterio para volver a introducirnos en el misterio. Claro cuando oscuro, trascendente cuando claro. Un triunfo de la vida y del lenguaje que incorpora el llanto y lo eleva a celebración: asombroso prodigio |