El poemario consiguió un accésit del Premio Adonáis 2021, entre otras razones «por su transparencia y aparente sencillez», como señaló el jurado. Dividido en dos apartados, con un poema de contraste por medio («Ninfea»), el poemario se mueve entre las referencias amorosas de la primera parte y las inevitables pérdidas humanas de la segunda: eros y tánatos en juego. Así, los textos iniciales hablan de experiencias de amor a través de las cuales el autor descubre el desconsuelo, si bien vinculadas en algún momento a lugares geográficos de resurrección luminosa, mientras que los de la segunda parte, con cierto aire desolador, se centran en el poder degenerativo del ser humano -aquí es muy significativo el poema que dedica a su padre- y en su final, la muerte, simbolizados en ambas secciones como ciudades, auténtico paisaje urbano en el que se desarrolla el libro. Con un estilo orientado a la claridad expresiva, la precisión léxica, el lenguaje conversacional, el empleo del verso endecasílabo blanco o las reiteraciones de frases a modo de hilo conductor de algunos textos, y con un sentido moral evidente, sobre todo en la segunda parte, García Cuevas escribe un poemario lúcido, de enorme riqueza emocional, al tiempo que refleja la brillantez y soltura de un poeta joven para quien la poesía es principalmente fruto de la inteligencia y del estremecimiento: expresiones encendidas del alma. |