En las últimas décadas, desde muy distintos campos, se ha acentuado la importancia que tiene la afectividad. El presente trabajo se propone mostrar cómo Martin Heidegger, en la misma línea, lleva a cabo también en su obra Ser y tiempo (1927) una reivindicación de lo afectivo desde dos perspectivas: la existencial y la metodológica. Así pues, en primer lugar, se expondrá cómo desde la óptica de la analítica existencial el estado de ánimo deja de ser un aspecto secundario del ser humano para convertirse en una dimensión esencial del Dasein, la existencia. En el marco de su indagación fenomenológica será interpretado como un existenciario, esto es, como una estructura bajo la cual el existir se desarrolla siempre. Después, sobre esta base, se presentará la función metodológica que cumple dentro de ese análisis la angustia como un temple de ánimo fundamental para el filosofar. Este ejercicio es comprendido como una traducción a nivel conceptual de lo que este temple muestra acerca de nuestro ser. La afectividad aparecerá, por tanto, como una condición tanto de la filosofía como del existir |