La estación azul es un absoluto acto de dación y de entrega, de solidaridad mayor, que puede leerse como un índice de los materiales del corazón. Por eso hay partes que nos conmueven no sólo porque nos emocionan sino, sobre todo, porque nos enseñan a vivir. Lostalé establece un catálogo de valores, más que de virtudes. De ahí el alto nivel moral, metafísico y espiritual que el libro tiene. Pocos libros conozco más puros e intensos que éste y en los que haya tanta riqueza emocional: sólo en Rilke y en algunos momentos en prosa de Juan Ramón podríamos encontrar paralelos de un texto como «La ciega», «que nos enciende la dicha de vivir». La estación azul, en la que Lostalé ha llegado a su máximo grado de ignición, es una manera de acercarnos lo otro del sí mismo, el yo de la otredad. Es el lirismo solidario que caracteriza toda la obra —y también la persona— de Javier Lostalé, cuya poesía es tan intensa como necesaria. Pocos, pocos poetas como él... |