Constitucionalizar lo foral es, en esencia, democratizar los fueros, cuestión que históricamente ha sido muy compleja, porque todas las interpretaciones de la foralidad, incluida la constitucionalista, habían hecho del pasado foral una arcadia de asambleas populares bajo un venerable árbol de la libertad, con mayor o menor presencia elitista, como en el primer extremo conceptuó la tradicionalista, y en el menor la soberanista, donde los señores de cada caserío dictaban las conductas a seguir por el pueblo vasco. Un concepto romántico, que más allá de la etnia o la lengua, hacía residir en la propia foralidad la médula de lo vasco |