La abuela de la autora de este libro era una excelente cocinera. Una mujer que no aprendió a guisar viendo vídeos de YouTube ni usando sofisticados electrodomésticos, no. Lo hizo como la mayoría de mujeres de su generación: practicando, probando, compartiendo con otras cocineras sus avances y, sobre todo, poniendo mucho empeño y cariño en todo lo que hacía. Y lo más sorprendente es que, sin darse cuenta, aplicaba mucha ciencia a sus elaboraciones. Este libro emulsiona la historia de la abuela Isabel con explicaciones químicas de lo que sucede en los fogones, nociones de neurociencia, trucos culinarios, anécdotas cargadas de ternura e incluso un poco de humor. Una combinación de ingredientes destinada a hacer entender a los lectores cuánta ciencia hay detrás de las recetas de las abuelas |