El autor da voz y personalidad propia, dentro de la mejor tradición del apólogo o la fábula, al compañero de aventuras, vivencias y experiencias narradas por JR en Platero y yo, la elegía andaluza. En forma epistolar, y desde un supuesto limbo o paraíso animal, el burrito inmortal da cumplida réplica a todo lo que el poeta escribió de él y del entorno idílico ─Moguer─ en el que vivieron. Exalta, admira y no escatima elogios hacia su creador en la medida en que éste lo hizo con él, pero también es critico con la mayor delicadeza, respeto y afecto, al tiempo que aporta su propia opinión, en torno a algunas de las actitudes, juicios y hechos del poeta que lo encumbró al Olimpo de la fama y de la inmortalidad. Ficción, pues, sin límites en un contexto literario de altos quilates. |