Este volumen recorre el primer tramo de un proyecto que, tomado en su conjunto, se propone complementar una investigación anterior, recogida en La imagen-grito. Estudios sobre cine de terror, texto publicado en esta misma colección. Si allí se pensó que el cine de terror constituía un esfuerzo por poner límites a cierto rasgo aterrador que sería inherente al cine mismo, ahora en cambio se pretende iniciar una exploración de las relaciones entre el séptimo arte y la animación, que serían necesariamente paradójicas porque, de entrada, aquél constituye una variante de esta, al tiempo que intenta adueñarse de ella, transformándola en una suerte de meta-género desde el que recrear los géneros restantes. Esta tensión se concreta en una serie de imágenes y de signos cinematográficos (por hablar en los términos empleados por Gilles Deleuze, quien sigue siendo aquí una inspiración) que constituyen la clave desde la que aquí se propone comprender la evolución del cine de animación clásico, cuya etapa de predominio se extiende, por lo menos, hasta finales de los años sesenta del pasado siglo. En las páginas que componen este libro, esas imágenes y sus correspondientes signos se agrupan en los cuatro bloques que siguen: en primer lugar, en el cartoon, con su visión ágil y desenfadada de la existencia; a continuación, en el cine de animación experimental, que se contrapone al cartoon en más de un punto; acto seguido, en la corriente mayoritaria del cine de animación clásico, marcada por la centralidad de la figura de Walt Disney y a la que aquí se ha vinculado una instancia que se ha dado en llamar «imagen-ilustración»; y, finalmente, en la puesta en cuestión de esa corriente mayoritaria, que prefiguraría el advenimiento del cine de animación moderno. |