«Se invierte más trabajo en interpretar las interpretaciones que en interpretar las cosas, y hay más libros sobre libros que sobre cualquier otro asunto»: la sentencia irónica de Montaigne define un tiempo, el nuestro, en el que no hacemos sino glosarnos los unos a los otros. Y por fuerza define también este libro, que parte de la idea de que ninguna ciencia es neutral y proyecta su premisa en la Historia de la arquitectura con el objetivo de desvelar su discurso interno. Cada época, cada generación, ha interpretado el pasado desde las inquietudes del presente: entender este proceso es el propósito de la Historia de la Historia de la arquitectura, un ensayo organizado mediante conceptos o paradigmas —retórica, discurso, disciplina, sistema, ciencia, apología, crítica— que muestran los muchos modos en los que, desde el Renacimiento, se ha dado la historiografía con relación al contexto artístico, filológico, filosófico o científico de cada momento. El resultado de este examen —que obliga a la Historia a mirarse en el espejo de la historia— es un juego de reflejos entre lo que el ayer fue y lo que pretendemos que sea, entre la historia de los hechos y la Historia de los discursos; un juego complejo pero revelador que nos aleja de los dogmas tanto como nos previene de la tentación de juzgar el pasado. |