La relación que surge entre el desgraciado protagonista de esta historia y la mismísima Muerte cuando les toca conocerse, casi podría catalogarse como inevitable. Basado en la ironía, en un cuestionable sentido del humor y en la capacidad de ambos para ignorar la importancia de todas las cosas importantes, ese vínculo parece aportar cierto interés a la vida de dos seres que, cada uno a su manera, sienten un absoluto desencanto hacia sus respectivos mundos. Los motivos que les han llevado a aborrecer la misma existencia van saliendo a flote mientras comparten su soledad, buscando algún pobre consuelo en la compañía del otro o intentando arreglar temas pendientes que ambos llevan a cuestas, ya sea por la satisfacción de hacerlo o por romper la terrible monotonía de sus vidas. |