«La mirada de Rimsky sigue la trama de las palabras para entender qué significan en una comunidad posible. Emerge aquí el hastío y la renuncia a cierta forma de una chilenidad torcida que halla su cifra en esa «ciudad del futuro» que es Antofagasta. Pero también el entusiasmo por la próxima aventura, como el niño que despierta y huele el aire del verano y solo sabe que debe salir, donde sea, sin superficialidades, con urgencia, desvistiéndose del cinismo inevitable que acorrala a los escritores en estos inicios del siglo XXI». |